Acorde con este artículo de EL PAÍS, la contraseña más utilizada en el mundo es 123456. Increíble, ¿verdad? Parece ser que mucha gente apenas le da importancia a la hora de elegir una contraseña para proteger su cuenta de algún servicio.
Esta temeridad puede costarnos caro, ya que también está el mal hábito de reutilizar la contraseña en más sitios web, algunos no muy securizados, que pueden ponernos en un verdadero aprieto.
Imaginad, por un segundo, que estáis usando la misma contraseña en vuestra cuenta de correo y en una web con apenas seguridad ni su base de datos encriptadas. La contraseña del correo es más difícil que la roben, pero si atacan el sitio menos seguro y roban vuestro usuario (generalmente el email) y la contraseña, pueden tener la puerta abierta a vuestra bandeja de entrada.
“Mi contraseña no es muy compleja”. Otro error que nos puede dar un disgusto. Por lo general, las maneras de robar las contraseñas (aparte del phising) se basan en acceder al servicio y sustraer los datos, o sacar la contraseña mediante un ataque de diccionario. En un ataque por diccionario se van probando combinaciones hasta dar con la buena; es decir, el diccionario lo genera un ordenador e intenta acceder al servicio con las contraseñas que se crean.
Como publica TeamsID en su informe sobre las peores contraseñas del 2015, aquí hay varios consejos para lograr una contraseña segura:
• Una longitud mínima de 12 caracteres. A mayor longitud, más difícil será de descifrar.
• Incluir caracteres especiales. Exactamente lo mismo. Incluir estos caracteres (puntos, guiones, asteriscos, exclamaciones…) la dota de mayor seguridad.
• Alternar mayúsculas, minúsculas y números.
• Evitar usar datos comunes.
Aún así, parece un poco tedioso cumplir todos estos requisitos, ¿verdad? Te invitamos a que leas esta entrada en la que te explicamos cómo cumplir estas condiciones, y, además, almacenar y organizar tus contraseñas.
